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«Te invito a mi fiesta» (El Rancho, 1974)

Cuando eras niño en los años setenta, que te llegara la invitación larga, de fondo blanco con el payasito de El Rancho, era sinónimo de alegría. Es que los cumpleaños más exclusivos en aquellos tiempos se realizaban ahí. El Rancho era un clásico en las fiestas infantiles y fue por muchos años un lugar preferente para los miraflorinos. El lugar era bastante amplio, con cabañas temáticas, y permitía que se celebraran varios cumpleaños a la vez. También ofrecía comida, sus papas fritas eran notables y el sabor del pollo a la brasa muy bueno aunque eran bastante pequeños.

Se recuerdan las camas elásticas que estaban cerca a la entrada, el golfito y los toboganes y subibajas en forma de letras de Inca Kola.

Tenía una propaganda en televisión: ‘El Rancho’ hay que ser muy feroz, muy feroz, muy feroz…” que cantaban “Los Caporales” hace algún tiempo atrás, al promocionar sus presentaciones en el mencionado local y que pasaban por televisión.

Esta es nuestra segunda entrada sobre El Rancho, la primera la pueden encontrar aquí:

https://arkivperu.com/?p=1886

15 Comments

  1. Sergio

    No se si sólo me pasaba a mi, pero fueron raras las veces que fui al Rancho y se podían usar las camas elásticas, siempre que iba el espacio donde quedaban estaba siempre cerrado.

  2. George C Coscia

    Creo que despues de los accidentes, y al no tener alguien permanentemente vigilando el area, la Admin. del Rancho decidio cerrarlo para evitarse problemas, juicios y dolores de cabeza con la chiquillada corriendo y saltando a su antojo

  3. Gregorio Huaroto

    El olorcito a pollito, que rico, ahora creo que han hecho un condominio de viviendas múltiples…

    GH

  4. George C Coscia

    Similar situacion ocurrio en «Chicolandia», junto al antiguo Drive-In Cine…despues de caidas y accidentes decidieron cerrar los paseos en ponys y caballos que ofrecian a infantes….y eso que ahi si tenian personal para caminar y ayudar a los hijos de clientes cuando montaban los equinos ..pero accidentes o imprudencias nunca faltan

  5. Max

    En la foto de la derecha la niña del cumpleaños recibe sus regalos y las felicitaciones del caso…. pero el niño que está el final de la fila está en otra, ya le hechó ojo al carrusel, ni siquiera tiene regalo, se habrá zampado a la fiesta?

  6. ximena

    A mí me celebraron mis santos desde el número 1 hasta el 6. Lindos recuerdos, justo acabo de encontrar unos videos de dos de ellos… me acuerdo que el tren siempre se malograba, pero a los chibolos nos encantaba igual!

  7. Juan Luis

    En septiembre del año pasado, apareció este artículo en «El Comercio» en el que se analiza el por qué de la debacle del recordado Rancho de Benavides; especialmente, de la competencia del nuevo concepto de pollerías que invadió Lima desde los años noventa. Ahora construirán allí un complejo residencial.

    «El adiós a El Rancho»
    Por Miguel Ángel Cárdenas M.

    Parece un pueblo fantasma infantil. Y no hay más vuelta –del trencito– que darle: El terreno de El Rancho de la cuadra 26 de la avenida Benavides fue vendido y será dividido el próximo año en dos partes: una para un condominio de dos manzanas que será publicitado como ecológico y otra para un negocio comercial todavía no determinado. Y hasta Eli Alcedo, el jefe de seguridad de los nuevos dueños y quien se hará cargo de la demolición, siente pudor mirando el terreno muerto: «Yo me acuerdo que aquí venía Yola Polastri cuando cantaba ‘Allá en mi rancho bonito'». En las últimas semanas llegaron personas dolientes y Eli tuvo la buena sangre para abrirles las rejas por última vez: «Como una señora de 42 años que celebraba con sus padres sus cumpleaños acá y después los de sus hijos… solo quería pasar y sentarse otra vez en un columpio y cómo lloraba».

    Porque –en vísperas de la demolición– es como entrar a la antesala de una morgue de juguetes. Aquí conviven personajes característicos que hermanan infancias y generaciones: la corroída cabaña del setentero Robin Hood con su escudo de leones, la marchita casa de la ochentera Fresita con lámparas coloniales y la estancia resistente de Los Picapiedras. También los juegos mecánicos oxidados con la figura de Winnie Pooh, el perdurable trencito con la imagen de Blancanieves junto con los más actuales Power Rangers, Spiderman y Barney. Del engreído golfito solo queda un espacio yermo –igual que con las camas elásticas– junto a los desvaídos columpios con el logo de Inca Kola, una lanchita abandonada y un trineo con venados enmohecido.

    Quizá por un tiempo largo más muchos sigan diciendo en el microbús: «Baja en El Rancho». Pero es un proceso arquitectónico ineluctable en toda Lima, y sobre todo en Miraflores, que las casas y construcciones antiguas sean compradas y reemplazadas en nombre de la modernidad. El crecimiento para arriba reemplaza a la estética horizontal antigua.

    El artista Alonso Núñez vivió en el Miraflores de fines de los años 50 y recuerda de pequeño ese sitio en medio de chacras que fue una de las primeras pollerías citadinas de la historia (a diferencia de la fundadora La Granja Azul, que quedaba fuera de la ciudad). «Yo pude ver cómo construyeron el trencito, el golfito y se fueron incrementando esos juegos que duraron hasta cuando llevé a que mis tres hijos celebraran sus cumpleaños. Los momentos de gloria fueron en los años 70 y 80, era un lugar tan agradable, campestre, sobre todo muy concurrido en las noches. Aunque siempre un poco caro».

    Para Alonso Núñez es simbólico que hoy se ubiquen en la misma avenida Benavides: el Pardo’s Chicken y La Caravana, que le quitaron protagonismo a la prístina pollería (aunque se sabe que los dueños de estos negocios, Arnold Wu y Carlos Meza probaron sus primeros pollos ‘allá en el rancho grande’). «El entorno ya no era rural y se fue asfixiando entre cementos. Y cambió el concepto, la ciudad se come todo, con El Rancho muere el último representante de ese modelo. Antes la avenida Benavides estaba llena de casas antiguas y bonitas, igual que la Ricardo Palma. En Barranco sí han visto un valor agregado en eso, pero en Miraflores nadie se dio cuenta y todos solo quieren modernizar».

    El veinteañero Luis Carlos Burneo, autor del blog «La habitación de Henry Spencer», grabó en Internet los lugares que se fueron haciendo espectrales con los años. Y por contestataria nostalgia celebró su cumpleaños 26 en el castillo número 2, por 250 soles: «Fue de 2 de la tarde a 7 de la noche como siempre, y llevé a los grupos de rock Sonoradio y Pestaña. Pero también tuve piñata, torta y bocaditos como cuando era niño y había muchas fiestas simultáneas. Conversé con la administradora y me dijo que no era original, que muchos jóvenes melancólicos lo hacían». Burneo encontró todos los juegos «igualitos, pero viejos y descuidados. Y pensar que en los años 80 era como ir a Brujas de Cachiche». Los últimos años de El Rancho fueron de debacle fantasmal: «Veías a una anfitriona muy guapa, a 15 meseros y cuatro cocineros que parecía que esperaban atender a un banquete de ejecutivos y no le vendían a nadie. A mí me daba pena y compraba un sándwich de 7 soles». Fue socialmente simbólico lo que ocurrió después: a comienzo de década, al frente llegó un Norky’s con su estética multicolor, «que vendía mucho… Y vi que El Rancho le abrió sus campos también a personas de la Lima norte y sur que alquilaban el local los fines de semana y llegaban en combis». Pero parece que el dinero no fue suficiente.

    No quiere aparecer como el villano de los antiguos niños. Por eso, Ayar López Cano, presidente del directorio de Poblete Diseño y Construcción, que compró los 25 mil metros cuadrados de El Rancho en 7 millones de dólares, especifica: «Voy a intentar mantener los juegos y el espíritu del sitio, porque yo también celebré mis cumpleaños aquí en los años 70 y me voy a venir a vivir también por el cariño que le tengo al lugar… Pero ya no daba más, lo hemos rescatado porque había malezas y ratas… No es que los anteriores dueños quebraran desastrosamente, sino que se dieron cuenta de que los esquemas actuales no son para tener una pollería en un espacio tan grande. A lo mejor capitalizan en una pollería más chica y les damos espacio en nuestra parte comercial».

    El sociólogo Santiago Alfaro examina el cambio de estética: «El estilo neón-moderno se ha multiplicado por la alta competencia existente en ese mercado. Las pollerías no pueden diferenciarse por los pollos, casi todos son los mismos, lo hacen por sus colores. Es una estética de nuevo limeño, extendida en el ámbito nacional». Los colores de El Rancho (rojo, anaranjado y amarillo), antes de la demolición, lucen ocres y polvorientos.

    Además en el ámbito de los símbolos la hegemonía se conquista con legitimidad, «no necesariamente con masividad. Ahora la estética polleril legítima es Pardo´s Chicken, otro tipo de restaurante de autor. Y lo masivo es Norky’s, nuestro Mc Donald’s». El Rancho habría perdido legitimidad y masividad también en su otro rubro, el de diversión infantil cuando era un «Huampaní miraflorino»: «Los éxitos gastronómicos también se explican por los rituales sociales, por las transformaciones del uso del tiempo libre. Y el tiempo libre invertido por la gastronomía de comida rápida fue tomado por las transnacionales: las fiestas en el Kentucky, en el McDonald’s. La gente que llevaba a sus hijos a El Rancho a comer y jugar, ahora los lleva a una de estas o a Bembos, hay uno con oferta para que jueguen los niños en la misma avenida Benavides, muy cerca». Era, pues, el fin de una etapa dorada como sus papas fritas, que los niños pedían en cucuruchos. Hoy, en su honor, solo queda dedicarle un minuto de ruido (y travesura intensa).

  8. Javier

    ¡Cuando las niñas llevaban minifalda y las llevabas a jugar el golfito!

    Ese tipo de relaciones personales ha muerto. Hoy hay más velocidad y caducidad. Los niños conocen a sus amigas en rápidos ritos de juego (toboganes y camas de bolas de plástico) donde luego las pierdes. Había gente con la que te encontrabas «hasta el próximo sábado» en el Rancho. Eso ya no hay en el Bembo`s o Pardos Chicken.

    Bueno…imagino que ahora los chibolos se pasan su correo electrónico o su facebook.

  9. Tengo unas fotos del cumpleaños de mi primo. Las puedo subir si me lo permiten.
    ¡Qué lástima da todo esto!
    La última vez que fui a un cumpleaños infantil ahí (en el 82) salté en el brincolín sin ninguna restricción.
    En el 85 fue la última vez que entré, para ir al golfito.
    Snif!

  10. Mickel

    Solo recuerdo el golfito. Tenia 9 hoyos y era de lo mas divertido que podia imaginarse uno en los 80’s.

    La zona apenas estaba urbanizada cerca y de alli caminabamos a casa de los primos sin preocuparnos mucho de los autos…

  11. Alfonso

    Cuánta nostalgia!!! Acabo de recordar las invitaciones largas del rancho con su payasito. A mi me celebraron mis 5 años en Chicolandia en 1973, yo vivía en Córpac donde todavía viven mis abuelos. Recuerdo que me paraba en la jardinera del segundo piso y desde allí observaba el letrero de Coca Cola (rectangular en esa época) sobre el edificio que está en el cruce de Javier Prado y la Vía Expresa. Recuerdo las veces que iba muy pequeño al autocine en pijama con mi familia, recuerdo que llevábamos almohadas y nos llevaban snacks y gaseosas al auto. Y recuerdo que hace solo 3 años a mi sobrina le celebraron su cumpleaños en un fantasmal Rancho, que pena que me dio, meses después cerraría sus puertas definitivamente.

  12. Sandro Escandon

    Viendo esta entrada,uno se pone a pensar varias cosas:
    Por ejemplo, que yo fui a pocas fiestas de El Rancho y mas del Kentucky,y que nunca me hicieron una fiesta en El Rancho
    Otra,que las niñas que salen ahi ya deben ser unas mamazotas

  13. Ricardo

    a mediados de los noventas aun se podia disfrutar del rancho, pero se empezaba a notar su paulatina decadencia ……. asi es el progreso….. una lastima que algunas cosas entrañables desaparezcan con el tiempo

  14. Jorge Luis Del Pino Vásquez

    Trabajé en los años 70 en el Rancho y todos los recuerdos que guardo fueron gratos ´pero si algo importante debo decir sería la calidad con que en esa epoca el Señor Isidoro Steiman llevó o manejó este restaurante inolvidable, mas tarde me enteré que varios años despuués fué transferido a otros y otros, que pena pero así es la vida, señor Isidoro Steiman que Dios Guarde de Ud.

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