Domingo, 27 de junio de 2004


Personajes

La misma Yola
con diferente pollera


Lejos de la tele, ahora quiere llegar al Congreso


Yola Polastry sin la televisión es como el niño que se quedó sin poder coger más la mano materna. Fuera de cámaras, Yola hace shows infantiles y anuncia que postularía al Congreso de encontrar algún partido que la acoja. Fuera de cámaras, no puede dejar de vivir como en el set de ¡Hola, Yola!

Escribe MARICARMEN CHIRINOS
Fotos CHRISTIAN SALAZAR.-


En la inmensa casa del Sol de La Molina, a dos cuadras de donde se acaba Lima y comienza el

Nuevos burbujitos. Los niños todavía la siguen.
campo, las burbujitas, esas chiquillas de cabellos de lana multicolor que la rodeaban en cada grabación de su programa Hola, Yola, no están más. Solo llega el eco de los temas infantiles que Yola solía cantar a través de los niños de su Asociación Cultural, reunidos esta tarde en el jardín.
Yola Polastry ya no tiene estudio de grabación, pero vive en su rancho bonito. Donde la vaca hace muuu, el chancho hace oink, los patos hacen cua cua y ella repite su reclamo por una programación infantil adecuada. Ni María Pías, ni mañosos Timoteos: Yola es la voz. Y si no la dejan, ella ha anunciado que es capaz de postular al Congreso aunque todavía tenga que buscar un partido que la acoja. Lo hará por los niños. Por su campaña de valores. Y por ella.
En una pequeña sala con televisor gigante de plasma, Yola ha colgado los recuerdos de sus glorias pasadas. Discos, platos y medallas. Una placa con la portada del disco 'Pa' rondas y Pa' ronditas' dice que la disquera IEMPSA la felicita "por su primer compact disc". Esperar a Yola en esta sala es un inevitable flashback a la infancia de muchos peruanos. Confieso que de pequeña tuve una muñeca que imitaba su rostro sobre el plástico y a la que había que colocarle discos de colores en la espalda para que Yola estuviese cantándote en directo. Al instante y sin burbujitas de por medio. Minutos eternos de espera y Yola sale hecha un show.
¡Migueliiiiiito! El delicado asistente de Yola Polastry corre solícito a prender la chimenea de la sala. Al pie del fuego, con el rostro entre naranja y grisáceo por la tarde, Yola Polastry dice que tiene 32 años trabajando solo para niños, 24 en televisión en América y nueve y medio haciendo lo mismo pero sin esa pantalla. La miro en ángulo picado porque estoy de pie. Yola entristece los ojos y dice con tono melancólico que me preguntará lo mismo que a todos los periodistas que la entrevistan: ¿Y tú sabes por qué me sacaron de la televisión?, porque yo no sé".

Todos tienen la oportunidad de regresar, menos yo. Comencé a los quince años cuando me

Sus proyectos serían infantiles.
sacaba el uniforme de colegio para ponerme el uniforme de El Profesor Aldao. Entonces era como un Jirón de la Unión andar por los pasadizos de Canal Cinco. ¿Me entiendes? Los pasillos del cuatro eran desolados y me daban miedo. Parecía que iba salir un cuco. Cuando llega el gobierno militar, América necesitaba alguien que sea graciosa, que parezca un dibujo animado y que no sea sexy: Yola. Era una época donde se realzaba mucho el folklore y había un chequeo del programa por semana en la Oficina Central de Informaciones y el programa tenía que cumplir con recrear. ¿Me entiendes? Más adelante salgo a la calle después de seis años y me doy cuenta de que soy famosa, que soy popular y que todo el país me conocía. Llené dos estadios de Alianza y dos Nacionales. Hasta que me dicen: bueno, ya cumpliste tu ciclo, tú tienes 24 años haciendo un programa para niños y hay que hacer un nuevo programa en el que vamos a poner chicas Jóvenes, muy jóvenes. Modelos. Vamos a ponerlas porque es la moda. Pero ahora último no sé si es por coincidencia o me parece que... ¿todo el mundo está hablando de mí? Y si no hubiese estado en la tele me hubiera gustado ser una ballerina o guitarrista de un grupo de rock, quizá Pink Floyd. No creo que me pintaría como Queen o Kiss. Me gusta como se viste Pink Floyd. He tenido la oportunidad de irme de año nuevo a Iquitos cuando Mick Jagger filmaba Fitzcarraldo y que a mí me pedían autógrafos. Por supuesto que yo estaba después pidiéndole un autógrafo a él.
-¿Y te gusta mucho Mick Jagger?
- Sí… Yo soy como él: I can't get no satisfaction.

"Porque yo no puedo conseguir ningún tipo de satisfacción con el tipo de programas que actualmente se hacen para los niños", responde Yola con una capacidad

Yola se siente castigada porque no le permiten tener un programa en la TV actual.
para los saltos narrativos más rápida que la de un resorte. Jagger pasará al olvido por esta tarde. Agitando la capa larga de retazos de denim que la cubre, Yola cruza el pasillo que da a su cuarto. Sobre el umbral que despide la sala, unas letras grabadas en madera dan la bienvenida: Hola Yola y dos coquetos corazones flechados al lado.
Yola Polastry tiene un jacuzzi en su cuarto. Casi al lado de otro televisor gigante de plasma y un biombo del que cuelgan gorras de todos los colores, hay un baño incorporado y, al otro extremo, un walk in closet que delata su condición de diva. Al centro, una inmensa cama. "Siéntate acá", dice Yola golpeando suavemente el edredón. Acaba de poner un video de uno de los shows infantiles de su campaña Recuperando Valores.
"Los shows son así: si tienes plata, mejor. Si no, arreglamos", explica Yola mientras me dice que mire, mire, que en sus fiestas hay dulces de tooodas las marcas, hay Mickeys y Plutos y hasta carruajes con Cenicientas incluidas. Y, por supuesto, hay Yola. Peinada con extensiones ("por la moda futurista japonesa"), retocada por algún cirujano ("hay que cuidar la imagen") y rodeada de niños ("siempre he sido una niña-mujer").

Yo siempre fui enfermiza y fui conejillo de indias dos veces: por las púrpuras sanguíneas

Ella y sus recuerdos. Premios y galardones de una diva que ya no está presente en televisión.
a los siete años y cuando tuve una enfermedad en el ojo que casi pierdo la vista, en la última etapa de América. Me dijeron de todo: ojo de vidrio, pata de palo, que he tenido un disparo en la cabeza, que me cambio de sangre, que tengo leucemia. Nunca tuve hijos porque cuando quise ser mamá fue muy tarde: tenía que haber recibido un tratamiento de fertilidad. Pensé en la inseminación artificial y terminé llevando un proyecto al Ministerio de la Mujer. También fui al departamento de adopciones. Para ser mamá hay que estar preparada para enfrentar la realidad con ese hijo, sería mucho mejor tener una familia, o sea también tendría que adoptar un papá. Pero nunca me casé porque me han puesto cuernos hasta en los pies. Todos fueron infieles. Y yo pienso que para ser mamá probablemente no estaría preparada. Pero no importa, porque si voy al Congreso voy a ser MADRE DE LA PATRIA.

Cuando la llaman Yolanda Polastry Giribaldi, ella se remonta a su época de estudiante del Colegio Santa Rosa, a sus tardes de flaca pívot sobre una cancha de básquet. Retorna a esos escasos quince años en los que no conoció los sets de televisión. "Realmente me sentía mucho mejor cuando era Yola. A Yola casi nunca la dejo. Es mi creación".

-¿En ningún momento de tu vida?
-No. No.
-¿Puede vivir Yola sin los niños?
-No.
- ¿Puede existir Yola sin los niños?
-No.
- ¿Y Yolanda Polastry puede existir sin los niños?
- No.

Yola Polastry mira firme y seria -y es la primera vez que presiento en toda la tarde, convertida ya en noche, que Yola está algo enojada- para pronunciar marcial: No estoy obsesionada. "Mi vida son los niños, ¿correcto? Me gusta lo que hago y voy a continuar haciéndolo hasta el día que me muera, o sea que si alguna animadora pudiera brillar sin MI sombra o sin MI luz, ¿me entiendes?, yo igual no voy a dejar mi trabajo nunca".
Yolanda Polastry Giribaldi se dio cuenta de que era ella quien necesitaba a los niños para vivir y no al revés cuando dejó de ser Yola. Desde entonces, la animadora infantil de mayor éxito en la televisión
PASAN LOS AÑOS.Las transformaciones camaleónicas que Yola Polastry atravesó la hicieron lucir los brillos rockeros de la onda glam ochentera. Poco a poco dejó de ser una versión femenina del Tío Johnny, para finalmente retornar a la fórmula de la muñeca grande que en los inicios le dio éxito.
peruana decidió vivir en permanente función. Y olvidó que ya no era más la chica de la tele. O quizá nunca creyó dejar de serlo.
"Es que me llevo mejor con los niños que con los grandes. Los grandes parecen no entender", dice con voz infantil Yola Polastry. Tiene 54 años pero habla como una bebita y hace gestos de niña avergonzada. Cuando confiesa una de sus actuales travesuras, Yola habla rápido y despacito con la boca hecha un bollo. Me cuenta que es hipertensa y tiene una estricta dieta. "Pero a veces pido Kentucky", susurra pícara.
Es de noche y en el rancho bonito una veintena de niños y adolescentes forman un tren saltarín a ritmo de fanfarria infantil. Miro a Yola dirigiendo la comparsa de pie, a mi lado, y recuerdo que cuando quiso crecer con su público a través del programa juvenil Yola Rocker, no pudo. No tuvo rating. Fracasó. A Yolanda Polastry no le quedó más que quedarse de Hola Yola por el resto de su vida. Y entonces Yola da un brinco de nena y se une al tren.


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